En este libro emerge entre mis sombras la figura de Magda, Madeleine, que abandona la zona de confort de las musas para erigirse en personaje y en paisaje, en causa y efecto. En esta compilación de relatos, todos escritos después del 7 de junio de 2021, interacciono con ella. Su ausencia, tras su fallecimiento, deja un vacío significativo, un vacío que intento mitigar con la escritura.Ella puebla mis textos, está prácticamente en todos. Magda juega con Nur, la abraza, la besa; viaja a Silos; se hospeda en un hotel de carretera en Lerma; toma café en un lujoso parador en Navidad; sirve una sopa caliente a un viudo recién llegado al mundo del silencio; lleva flores a la tumba de un cartero que murió con el uniforme puesto, las cartas en la mano y el oficio en la mirada; abraza, huele y camina sobre el otoño; escucha rock y tararea una de Perales para encontrar la libertad, memorizar los versos y recordar los besos primigenios; regala libros por Sant Jordi; espera impaciente una nueva temporada de su serie favorita; acompaña a Manolita en su último viaje a Oviedo; observa mi felicidad sentado a la mesa en Los Amigos con los amigos; me espera, llena de abrazos, en todas las cafeterías de las estaciones de enlace; me regaña, me corrige, me apoya, brinda todos mis cafés, me abraza finalmente.Te doy mi palabra es un mundo de letras, un universo en el que gravitan las historias redentoras, porque un día me dio su palabra y yo reservé las intenciones hasta tejer este homenaje de cuentos ciertos, hasta encontrar la vivificación al final de los títulos.
Mario Castillo Ros (Granada, 1971) estudió en Las Gabias y con trece años se trasladó a Girona, donde cursó bachillerato y COU en el instituto Jaume Vicens Vives. Ha trabajado en mil empresas y ha vivido en mil calles. Desde 2004 es fijo en Correos, donde ha desempeñado funciones de clasificador, cartero y atención al cliente. Actualmente desempeña labores de delegado sindical. En la empresa postal conoció a una persona que le recomendó a Bukowski. Cuando leyó sus andanzas postales supo que estaba en el trabajo ideal, aunque como los finales felices sólo suceden en las novelas bonitas, su trayectoria profesional siguió otros derroteros menos literarios y «bukowskianos». «Leo, luego existo. Siempre me he definido como un yonqui de la literatura y no como un camello. Soy consumidor y no productor, hasta que ha llegado esta colección de relatos que conforman un tributo a una persona esencial en mi vida, que fue y que, de alguna manera, sigue estando a mi lado velando las páginas de nuestra vida».